“Yesterday» no era solo de John Lemon

The Bitters B&W

Paul McCarne también puso su granito de arena. Siempre fue el más completo del menú: proveía de salsa y proteína a las recetas, mientras que Lemon era más sensible, dándole ese toque amargo tan característico de Los Bitters.

Como buen artista, Lemon solía decir que aprovechaba sus etapas melancólicas para exprimir al máximo su jugo y crear nuevos platos que llenaran a su público; pero se quedaba tan seco que daba pena. – No te ralles, tío – le decían sus colegas de la banda. Pero a él le daba igual, estaba deseando llegar a ese estado para rallarse y «echarse en polvo» sobre postres helados. 

Aún así, John Lemon era lo más. Un visionario. Un creador de tendencias. Lemon era todo lo que cualquier fruta podía soñar: auténtico, diferente, exclusivo, sublime, refinado, atrevido, provocador y … caprichoso. El tío quedaba bien en todas partes y conseguía sin esfuerzo que el mundo hablara de él. Que si un granizado de Lemon que hace calor, que si pedimos pollo al Lemon en los chinos, que si la tarta de Lemon es la especialidad de la casa, que si a mi me pones el gin tonic con el Lemon escurrido…y un sin fin de extravagancias más.

 En cambio Bimbo y York eran los más light. Vamos, que entre los dos no hacían un sandwich, pero eran necesarios para la dieta del grupo (no iban a estar todo el día comiendo hamburguesas y/o amargándose la vida). Bimbo era un trozo de pan, más bueno el pobre…todo el mundo se aprovechaba de él cuando no tenían nada mejor que llevarse a la boca. Su nombre Real era Pan De Molde, pero sonaba demasiado aristocrático, así que decidió cambiarlo por Bimbo Star, más propio de un gourmet moderno como él.

 York Harrison era el chavalote del grupo, un mazas de gimnasio. Todo el día con el pulsómetro puesto, dándole a las mancuernas. Más conocido como «el jamones», solía pasearse en rockys por toda la playa luciendo muslo y flirteando con las titis. Un ligón de playa gracias al cual nuestros Bitters se comían algún que otro rosco de vez en cuando.

 York y Bimbo no componían recetas pero eran los reyes de las wonderful fiestas de los 60 en la famosa Playa del Inglés. York nunca pagaba el entrante porque se conocía a todas las papayas hamaqueras de la costa, y Bimbo era fan incondicional de las DJ’s canarias más cotizadas de los 60: las Papa’s Mojo Project (quién les iba a decir a ellas años después que acabarían pintxando grandes éxitos del tipo que les copió las gafas, y de aquel coñazo de pan de molde que no paraba de pedirles canciones…).

 Como veis, nuestros Bitters tenían sus más y sus menos, pero se maridaban bien. Hasta que un verano sucedió lo de siempre: una mujer.

York Harrison recibió aquel año la visita de York-o Ono, su prima lejana del oriente (también lejano), que pasaría con él las vacaciones; vacaciones que ya anunciaban el principio del fin. La pequeña York-o Ono, con sus jamoncitos amarillo palo y su salsa de soja, se rebozó en Lemon de tal manera que éste empezó a componer recetas solo para ella, olvidándose del resto. Al principio los chicos pensaban que era la típica Lemonada y no le dieron importancia, pero York-o se iba apoderando cada vez más de los sentidos de Lemon; y esto, unido a la afición del artista por meterse más ácido del que correspondía a un limón de su variedad, acabó saturando las grasas de McCarne.

–Tío, let it be – se defendía Lemon, pero al final tanto ácido tanto ácido acabó disolviendo el grupo. Atrás quedaron los conciertos en su salsa, los gritos de albóndigas al desmayarse, litronas de sudor al vapor y, como no, kilos de fama envasada al vacío.

 Con los años McCarne acabó abriendo una cadena de música rápida y empezó a componer canciones a un euro. De vez en cuando se juntaba con Bimbo y York para versionear algunos platos, pero no fueron muy bien aceptados por la crítica gastrocómica. Mientras tanto, Lemon siguió liofilizándose hasta llegar a tal punto de deshidratación que una mañana, al salir de su casa, murió asesinado por una manguera a presión, convirtiéndose para siempre en una estrella Michelin.

 Moraleja de esta historia sin memoria: aunque se siga recordando más a la estrella que desapareció entre sonidos perdidos y crónicas de flashes apagados, «yesterday» no era solo de John Lemon.

(Extraído de nuestra participación en el fanzine gastronómico EnCrudo 3, Mayo 2012)

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