Otro melocotonazo más, no por favor.

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En un backstage cualquiera, minutos antes de un concierto cualquiera…

-Venga tío, tienes que salir ya!
– No puedo.

– ¿Se puede saber qué coño te pasa?
– ¿Que qué me pasa? Pues pasa que estoy harto de que la gente solo quiera escuchar «melocotonazos». Mírame, estoy viejo y arrugado y he perdido un ojo por culpa de uno de esos melocotonazos. Basta, se acabó. Solo quiero cantar mis canciones, es la única forma que tengo de expresar lo que siento. Quiero salir ahí y mostrarles quién soy realmente, aunque me quede solo en el escenario. Tengo derecho a elegir, ¿no? … He perdido la motivación. Nada tiene sentido. Recuerdo que antes el mundo se paraba mientras subía las escaleras del escenario, mis pasos acelaraban mi corazón al dejar atrás las bambalinas y un silencio ensordecedor se ponía a mis pies segundos antes de abrir la boca ante el micrófono.

– Conmovedor. Y ahora, ¿quieres hacer el favor de mover el culo y salir ahí afuera?!!

– Lo siento pero no puedo. No hay nada que me pueda hacer salir.

– Mira, me parece que el que no lo entiendes eres tú. ¿Te crees que eres el único que quiere «expresar lo que siente», el único que tiene «algo que decir«, el único que tiene «derecho a elegir«? Toda esa gente está ahí fuera porque TÚ expresas lo que ellos sienten y porque TÚ haces que ellos tengan algo que decir. Y así lo han elegido ellos. Si tú no sales, se quedan sin voz, sin elección y lo peor de todo … nos pedirán el dinero de la entrada (ejem).

– Joder, tú si que sabes como animar a un amigo. ¿El dinero de la entrada? Eso es lo único que te importa. Me miras y solo ves dinero. Papel, tío, no soy más que puto papel para ti. ¿Recuerdas cuando solo éramos teloneros de bandas de pueblo? Entonces vivíamos como los Héroes de Loriga, «enganchados a la cadena de hierro y azúcar del rock and roll». Ahora no hacemos más que componer melocotonazos, temas que con solo escuchar dos notas sabemos que van a convertirse en grandes éxitos. No quiero más melocotonazos, no, por favor.

– Escucha niñato, ¿has pensado alguna vez qué hace que un melocotonazo sea un melocotonazo? No, ¿verdad?. Verás, los grandes éxitos no se crearon para ser grandes éxitos. El público, la gente, hizo que fueran grandes éxitos. Y ¿por qué?  Porque generaron en ellos momentos de inadvertida felicidad. Felicidad que no esperaban y que de repente tienen en sus manos para poder recurrir a ella cuando lo necesitan. Les estás facilitando sus sonrisas, ¿qué mas da de dónde vengan, si de un temazo o de un trozo de tarta? ¿Acaso hay algo más importante que decirle al mundo que estás ahí para ellos?

Ambos se quedaron mirando durante un instante. John Boy se enfundó las botas, cogió su guitarra y salió a escena como si no hubiera mañana. Pero después de aquel concierto, no hubo más melocotonazos.

Cuentan los secretos de camerino que John lo dejó todo para dedicarse a otros negocios más oscuros. Dicen que una mala influencia de aquella época le introdujo en el cultivo ilegal de melocotones. Al parecer, el contrabando de melocotones dopados no le causaba tanta duda existencial como cultivar auténticos melocotonazos.

Pero ¡qué importa!. Los fans seguiremos pidiendo al pinchadiscos los temazos de nuestra vida aunque su creador sea el delincuente más buscado del planeta. Que los grandes éxitos os acompañen siempre!

Y los melocotonazos también.

¿el único fruto del amor?

Es la banana. Sí.

O al menos eso dicen. O bueno, al menos, así empezó todo, con una banana en una maceta.
Una banana que fue hecha a imagen y semejanza de la de su creador.

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La gente habla de frutas prohibidas, de manzanas pecaminosas, de tentaciones…Por favor, ¿una manzana? ¡Venga ya! Todos sabemos que la única tentación que tuvo Eva en el paraíso fue una banana. ¡Pero qué digo paraíso! … Evita encontró su primera banana en una maceta de su huerta.

Como ocurre siempre con la versión de los hechos, de lo que Eva le dijo a Adán a lo que ha llegado a nuestros días no podemos fiarnos ni de los signos de puntuación.

Por aquel entonces os podéis imaginar lo felices que andaban estos dos mozos paseándose a sus anchas por toda la redondez de la Tierra; sin tener que hacer colas en los aeropuertos, ni en los supermercados ni en la peluquería ni en el banco ni en … simplemente no había nadie más. Pero, para variar, Eva se aburrió pronto de tanto mundo y tanta leche, no sabía muy bien qué le pasaba exactamente pero le faltaba algo, un no se qué que llevarse a no se dónde. Digamos que ya no era tan feliz como antes. Por supuesto, Adán no se enteraba de la misa la mitad y seguía tan feliz cazando y jugando a las canicas.

Un día mientras Eva estaba absorta regando las hojas de parra de su jardín del Edén, descubrió un objeto extraño que se escondía entre la maleza. Era alargado, firme, suave y … amarillo.

Para su sorpresa el objeto no había nacido del suelo sino que se había caído del árbol que daba sombra a la maceta. A estas alturas ya os habréis dado cuenta de que Eva acababa de presenciar el nacimiento del primer plátano de la historia. Asombrada quedó con aquél objeto curvílineo que le sirvió de entretenimiento cuando tan aburrida estaba ya del mundo.
Al cabo de unas horas Adán volvió de cazar, y Eva llegó corriendo a su encuentro. Al ver a Eva tan excitada (en el sentido de emocionada, alterada, ilusionada…por aquel entonces no existía otra acepción del término «excitada«) Adán no podía creerlo, aquel fruto extraño le era tan familiar que tardó cero coma (0,…) en emocionarse como un niño (aunque aun no existían los niños todavía) y descubrirle a Eva que él… tenía uno igual!

Nueve meses después, Adán y Eva dejaron de estar solos en el mundo, y también dejaron de dormir por las noches, de ir al cine, de salir de fiesta y de aburrirse. A cambio, fruto de su amor por los plátanos (y frutodetuimaginación) estás hoy leyendo esto. Qué cosas tiene la vida, a partir de ahora os lo pensaréis dos veces antes de comeros un plátano cuando estéis aburridos, por lo que pueda pasar.
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Epílogo: Milenios después Dios nos confesó que fue Él mismo quien puso el plátano en la maceta ya que, visto lo es-pa-bi-la-di-tos que eran Adán y Eva, a estas alturas seguiríamos todavía jugando a las canicas con taparrabos (y digo yo…¿pero qué prisas tenía este tal Dios?).

Homenaje al piropo

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Tiene que haber algo que haga que uno mire donde mira cuando mira.

Si no, no existirían los pensamientos impuros ni las proposiciones indecentes ni los piropos valientes. ¿Y pensar que la palabra piropo viene del griego pyropus (rojo fuego)? ¿Y pensar que luego vendrían los romanos y (cortos como eran – de palabras) llamarían piropos a los rubíes que luego regalarían a sus doncellas para conquistarlas, y que; aquéllos pobres, más pobres todavía si cabe, que sin tener pa comprar rubíes, solo les quedaría el poder de las palabras para llevárselas a la cama?;  ¿y pensar que así el piropo acabaría convirtiéndose en palabrería fina?

Existen pruebas fehacientes de que el primer piropo se echó allá por el año tal en un pueblo del Medio Oriente (más o menos por donde hoy cae Dubai). Por aquel entonces las yucas angoleñas (también conocidas como mandiocas) tuvieron que emigrar de su Angola natal para poder hacerse unos dineros en la ya entonces lujosa y prometida tierra. Cada día llegaban desde la otra parte del mundo miles y miles de estos tubérculos de clase obrera en busca de pan para sus familias. Como ha ocurrido en la mayoría de migraciones demográficas a lo largo de la historia, las yucas macho se dedicaban a la construcción, mientras que las yucas hembras se quedaban en casa preparando la comida y cuidando de la plebe. Así, las yucas macho se dirigían cada día a la obra con el bocadillo bajo el brazo, y a eso de las once, después de estar toda la mañana dándole a la pala, se sentaban en la acera a reponer energía. Era entonces cuando las mozas dubaitíes salían al mercado, a pasear y a hacer sus recados. Y era entonces cuando el contraste cultural hacía su mayor eco.

Ásperas, burdas y vulgares como eran las yucas, quedaban alucinadas ante el colorido, la jugosidad y el atrevimiento de las pitahayas (gentilicio para las habitantes del Dubai de entonces). También conocidas como frutas del dragón, las pitahayas se paseaban con movimientos curvílineos capaces de corromper a la yuca más fiel. Toda una revolución era ver a las yucas ponerse palote con tanta fruta fresca.

– ¡Señora, vaya usted con Dios, y yo con su hija! – gritaban los más atrevidos a sabiendas de que no iban a entender ni papa. – ¡No hay arroz para tanta paella! – halagaban otros. Y fue así, con la seguridad de que no iban a ser entendidos, como surgió el primer piropo, con la garantía de poder pedir favores de alcoba sin miedo a sufrir en las propias carnes auténticos palazos de escoba.

Ay, si los antiguos filósofos griegos levantaran la cabeza (y si los modernos pudieran también) y vieran la evolución de su bonita palabra para designar el rojo piropo…Dirían algo así como:

– Cuánta corrupción etimológica!, no te parece Papadopulos.
– Cierto Arístides, ¿es que acaso todo el mundo se corrompe?
– No conozco a todo el mundo. Pero vaya par se ha puesto la Afrodita, no?, fi fiiiiiiuuuu.

Afortunadamente, hay cosas que nunca cambian. Desde la motocicleta del cartero, nuestro homenaje al piropo.

Yesterday no es solo de John LeMon. También es EnCrudo.

Ayer dimos la cara en el primer aniversario de EnCrudo. El fanzine gastronómico más canalla, underground, anárquico y radical de la historia mundial.

Yanet Acosta y Jacobo Gavira hicieron alarde de aquéllo de … «Que aproveche».

Todo un honor para frutodetuimaginación materializarse en papel y tinta. Y, sobretodo, compartir páginas con auténticos cracks.

La verdadera historia de The Bitters en EnCrudo num 3. El que quiera leerla, ya sabe lo que tiene que hacer.

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El rey León y un elefante al Limón

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Elefante 1: Que viene el Rey, corre, escóndete!
Elefante 2: Pero, ¿dónde?, estamos en medio de la sabana…somos putos elefantes, tío!
Elefante 1: Shhh…cállate que nos va a oir, ponte esta máscara de limón y haz cara de amargao.

Los demás, sigilosos, fueron desvaneciéndose al fondo, esperando pasar desapercibidos.

Mientras tanto el rey León, ajeno al desasosiego que estaba causando, se posó al lado del limonero salvaje y pidió un kalimotxo preparau.

Elefante 1: Eh mira, que no es el Rey borbón, es el rey León, de los Leones del Athletic.
Elefante 2: Anda es verdad, menuda cara trae.
Elefante 1: Parece desesperado …

A lo que respondió el León:
– Desesperado, pero no desesperanzado. Como dice la leyenda, ganen o pierdan, los Leones siempre serán los reyes de la selva.

Elefante 1: Joder tío, menudo susto nos has dado.
Elefante 2: ¿Me puedo quitar la máscara ya?

HAY QUE SALIR DE AKI (feat. Jong Ki Love)

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Hay que salir de aquí.

Diagnóstico situacional: Descanso dominical. Bostezo insultante. Lluvia sólida. Discurso gaseoso.

Infornicación. Liberación emocional. Promiscuidad involuntaria. Viaje corporal. Emoción indispensable.

Encuentro vital. Desencuentro mortal. Contradictorio, malvado y sentimental.

Historia sin memoria. Desgracias que nunca sucedieron.

– ¿Casado o feliz?

– Hasta el momento de elegir TODO ES POSIBLE.

Impulso vs. sentido común: El impulso pudo con el sentido común.

Memoria vs. imaginación: nada somos sin la memoria, que siempre inventa.

Se me va a olvidar el amor. Hay que salir de aquí.

John Lemon, el último gran moderno

John Lemon era lo más.

Un visionario. Un creador de tendencias.

Lemon era todo lo que cualquier fruta humana podía soñar: auténtico, diferente, exclusivo, sublime, refinado, atrevido, provocador y … caprichoso. El tío quedaba bien en todas partes y conseguía sin esfuerzo que el mundo hablara de él. Que si un granizado de Lemon que hace calor, que si pedimos pollo al Lemon en los chinos, que si la tarta de Lemon es la especialidad de la casa, que si a mi me pones el gin tonic con el Lemon escurrido…y un sin fin de extravagancias más.

Una vez le preguntaron:

– Usted, ¿a qué se dedica realmente?

– Por favor, tuitéame, no soporto que me hables de usted.

– Disculpa, decía que como no sirves ni para comerte en crudo ni cocinado, realmente ¿a qué te dedicas?

– Pues no hago nada, pero soy indispensable.

Qué gran frase, señores. Cuántos quisiéramos poder decir lo mismo (y cuántos lo son pero no lo dicen). Porque Lemon solamente hubo y habrá uno: esas modas que creó, esas gafas redondas, esos flequillos pulcros y peinados hacia un lado, esas novias orientales y polémicas, ese acento canario (como su color favorito) que sigue siendo imitado inútilmente hasta la saciedad.

Sus canciones marcaron una época, toda una generación de canarios que siguen silbando en sus jaulas aquellas melodías sobre el yesterday, cuando todavía John vivía en un submarino amarillo con su novia Lucy, quien con tanto Lemon, de vez en cuando se pasaba de ácido, y viajaba por el cielo con sus diamantes flipantes (o eso creía ella).

Pobres modernos de hoy en día, no les queda más remedio que organizar fiestas homenaje en su tierra natal donde todavía quedan auténticas pap(l)ayas hamaqueras y donde, de vez en cuando, siguen pinchando sus queridas Papa’s Mojo Project, que aunque un poco arrugás ya, las titis siguen picando como siempre.

Nos vemos en su próxima fiesta, fruittis. Paz y limón.

John Lemon & Papa's Mojo Project

Él, Ella y la EggsGAE: con un par de huevos

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Él; italiano, encantador, embaucador, berenjena y actor.

Ella; guapa, extremeña, plebeya, c(r)oqueta y fan fatal.

La historia sin sentido de un película sin sonido.

Chicago, 1929, el negocio del contrabando de alcohol sigue haciendo rico a Al Capone, y Kevin Costner aún no se había presentado al casting para interpretar a Eliot Ness (entre otras porque no había nacido). Los intocables eran otros: los intrépidos miembros de la EggsGAE.

Para que os hagáis una idea, los de la Stasi en el Berlin de los 50 eran unos papanatas comparados con los agentes de la EggsGAE, esos sí tenían un par de huevos (ya sabéis, cualquier tiempo pasado siempre fue mejor). Su misión era la de funcionar como un implacable servicio secreto tanto dentro como fuera de los supermercados locales. Con más de doscientas docenas de espías y otros tantos informadores, la EggsGAE se encargaba de vigilar cada uno de los alimentos sospechosos de no simpatizar con el régimen (también conocido como dieta).

Por aquel entonces, ser fruta o verdura estaba muy cotizado. En cambio, ser croqueta o bollo (sobretodo si eras mujer) podía suponer persecución y tortura hasta la sepultura. Pero como siempre, el hambre agudiza el ingenio, y las técnicas de camuflaje desarrolladas durante la época supusieron muchos quebraderos de cabeza para la EggsGAE. Que si bollos de mantequilla haciéndose pasar por berenjenas, que si croquetas encubriéndose con piel de pera; incluso a veces los auténticos vegetales tenían que pasar por el mal trago de ser encerrados y torturados hasta confesar, cuando en realidad ¡eran variedades auténticas!

Así que no pasó mucho tiempo hasta que las cosas empezaron a complicarse para los espías huevones…

El 16 de mayo de 1929 en Los Angeles (California), se entregaban por primera vez en el Salón Blossom del Hollywood Roosevelt Hotel unas estatuillas en forma de hombre desnudo con una espada que aguarda de pie sobre un rollo de película con cinco radios. Era la 1ª edición de los premios de la Academia de Cine, pero la ceremonia transcurrió sin mucho glamour porque ya se sabía el nombre de los ganadores desde Febrero (así de sosos eran los vegetales), con lo que no hubo ni alfombra roja, ni posados falsos, ni vestidos alquilados, ni cotilleos gratis. Vamos, un banquete de lo más «nini». Evidentemente, a estas celebraciones solo podían acudir frutas y verduras de mucho caché; el resto se limitaba simplemente a soñar. Y aquí es donde entra en escena nuestra protagonista: Ella.

Ella estaba locamente enamorada de Él. Perdidamente. Soñaba con olerle, tocarle, pelarle, freírle, rebozarle e incluso asarle! (desvergonzada). Era su ídolo, había visto todas sus películas y se sabía todos los diálogos. Al enterarse de que Él había salido nominado como mejor actor, se armó de coraje y puso todo su empeño en inventar el mejor disfraz de camuflaje. Desoyendo los consejos de su familia, trabajó día y noche hasta conseguir metros y metros de piel de pera. Tenía un plan: se rebozaría a sí misma con loctite, y luego extendería la piel de pera sobre la pendiente de una colina e iría rodando colina abajo hasta que quedara bien pegadita y sin arrugas.

Llegó el gran día y allá que fue Ella, con su vestido que era la pera, a conquistarlo a Él. Sabía que solo disponía de unos pocos segundos para que Él se fijara en Ella, pues se imaginaba que aquella ceremonia estaría llena de peras impresionantes, algunas naturales, la mayoría operadas, pero confiaba plenamente en su encanto y ¡qué demonios! al fin y al cabo el cine es una fábrica de sueños y soñar es gratis. Así que cuando Él estaba a punto de subirse a su limusina, con su smoking y su Óscar, Ella saltó el cordón policial con la inocente intención de pedirle un autógrafo.

Ante tal desfachatez, los de la EggsGAE, que vigilaban desde un piso franco, saltaron por la ventana preparados para el placaje cuando de repente el alcachófer de la limousina, ajeno a las intenciones de Ella, comenzó a gritar despavorido: – Alto! No disparen! Solo quería ver la pierna de Angelina!.
Y con tanta agitación, poco a poco, su piel de alcachofa se fue despegando escama a escama delatando lo que en realidad era: un pintxito de tortilla aceitoso y grasiento (qué pobre).

Con todo el revuelo, Él y Ella se refugiaron en una esquina, y Él con lágrimas en los ojos confesó:
«Aunque sea berenjena y esté rellena,
solo una cosa deseo, querida pera:
que TODOS comamos lo que más amamos
y que para siempre así sea».

Amén.

Y con un bocao se comió entera
a la croqueta cubierta de pera.

PS: Gracias a los dos fans que nos enviaron estas frutas desde tan lejos. Va por vosotros!

Pómelo, póselo

Hablemos del amor y otros peligros.

Hablemos de cuando los pomelos se convierten en superhéroes por una noche, unas horas, un verano o una semana. De cuando se autootorgan superpoderes con fecha de caducidad. De cuando entran en el bar como si empujaran las puertas de una taverna del oeste, llevando el «modo cazarrecompensas» activado.

Porque sí, la mayoría de pomelos y pomelas, en alguna ocasión, se han sentido superhéroes delante de completos desconocidos (evidentemente, no cuela delante de sus concocidos).

Estos superpoderes suelen activarse cuando empiezan a prepararse para ir al mercado. Solamente pensar que estarán rodeados de melocotones frescos en oferta, hace que su batería de poderes empiece a cargarse por alguna extraña conexión hormonal. Y como si de un relato de literatura Pulp se tratase, mutan genéticamente a partir de la medianoche; sus habilidades físcas, sonoras e incluso de desplazamiento aumentan a una velocidad directamente proporcional al nivel de alcohol: manipulan la energía, cambian de forma, y sacan sus mejores armaduras naturales (agilidad, puntería, habilidad de salto, omnilingüismo y para qué seguir).

Pómelo póselo

Reconozcámoslo, todos hemos tenido superpoderes alguna vez. ¿O quién no ha pensado nunca?:

– Me está mirando – coño, ¡Percepción extrasensorial!

– Fijo que se acerca a decirme algo – ¡Precognición!

– No me hace ni puto caso – ¡Invisibilidad!

– Se marcha al siguiente bar – ¡Teleportación!

– El garito abarrotao y se ha ido a la otra punta – ¡Vuelo!

– Le tengo al lado y me estoy meando – ¡Fuerza sobrehumana!

– Qué bien, está con su pareja – ¡Invulnerabilidad!

La pena de todo esto es que dejamos de ser superhéroes al día siguiente, o a los dos meses, o a los diez años. Con el tiempo, los superpoderes se van domesticando por el azote cotidiano de las hojas del calendario, hasta que llega el día en el que uno debe convencerse a sí mismo de que un día fue superman. Y ¿entonces qué?. Entonces resulta que desearíamos haber tomado precauciones, no de las de pómelo, póselo (bueno, tal vez sí), sino de las de guarda para cuando no hay. Hay, ay, ay, ay, si el amigo Valentín hablara.

Valentín era un sacerdote que ejercía en Roma hacia el siglo III, cuando gobernaba el emperador Rajoy II, quien decidió prohibir la celebración de matrimonios para los jóvenes porque, en su opinión, los solteros sin familia eran mejores soldados, ya que tenían menos ataduras. El sacerdote consideró que el decreto era injusto y desafió al mero (emperador) celebrando en secreto matrimonios para jóvenes enamorados. El emperador Rajoy se enteró y como Valentín gozaba de un gran prestigio en Roma, el emperador lo llamó a Palacio y ordenó que lo encarcelasen. Entonces el oficial Cabronius quiso ridiculizar y poner a prueba a Valentín pidiéndole un milagro: amar para siempre como el primer día, a lo que Valentín repondió:

«En las historias de amor, a veces no hay solo amor, a veces no hay te quieros y sin embargo se quieren».

Tras esta superfrase Valentín pasó a ser San Valentín. Y con esta frase y este video brindemos hoy por todos los superhéroes de carnaval, por todos los san valentines y por el primer aniversario de frutodetuimaginacion, que no decaigan los superpoderes: ¡A metamorfosearse!


«Sólo sé que un día fui superman, un superhéroe en un país tropical. Créanme un día fui superman, un superhéroe que perdió el manual» Nacho Umbert & la compañía.

Seguiremos nuestro affair con El Jalón.
el jalon

Miss Aguacates

Situémonos en México, año 1519, Colón sigue «descubriendo» (llamémosle así) nuevas tierras, y con ello, nuevos frutos que no existían en el Google Imágenes del siglo XVI.

Por aquel entonces, sin wifi ni 3G, aun existían las famosas …(redoble de tambor) preguntas. La única forma que tenía el ser humano de responder a sus inquietudes diarias era demostrando que no tenía ni puta idea, es decir, preguntando.
Oh! Aquellas maravillosas preguntas! Preguntas largas, elaboradas con tiempo, completadas por uno mismo y no por un buscador automático, preguntas con dos signos de interrogación, uno delante y otro detrás, preguntas que duraban varios días, que daba un placer inmenso resolver, preguntas que unían, que enamoraban pero sobretodo preguntas que eran (redoble de tambor)… útiles.

Una tarde, mientras Colón O.T.eaba el horizonte, divisó en la lontananza una pequeña congregación de los que él llamaba «guiris nativos». Colón, que era muy curioso, pasábase el día preguntando (es decir, demostrando que no tenía ni puta idea), acercóse remando hasta la orilla y preguntóle al primer ser humano que vióle (sin tilde en la e, por dios!):

– ¿esto qué es lo que es?

El pobre guiri nativo que por allí pasaba no entendió lo que se le preguntaba, y se limitó a mirarle fijamente. Colón, que además de curioso era muy inteligente, volvióle a repetir la pregunta de otra forma:

– que … esto/ qué/ es/ lo/ que/ es ?! – dijo bien alto, abriendo la boca y separando claramente cada palabra, seguro de que así le entendería mejor (como era guiri).

Esta vez, nuestro amigo pareció entender la pregunta, no porque de repente hablara el idioma de Colón, sino porque éste, en su segundo intento, había señalado unos objetos extraños que el nativo llevaba en las manos y que no dejaba de sacudir cual maraca de Machín.

– mis aguacates – contestó por fin.

Colón frunció el ceño y mirando al infinito preguntó (por tercera vez): – ¿Aguacates? – Como no tenía cobertura en ese momento, hizo llamar a su traductor privado de español-náhuatl/ náhuatl-español, quien en menos de 0,5 segundos tradujo:

– mis testículos.

¡Cómo!

Colón, enfurecido al pensar que aquél ser inferior le había faltado al respeto, le quitó un maracaguacate de un zarpazo y le desafió diciendo: – Mira lo que hago con tus testículos!. Y seguido mordió absurdamente aquel fruto con todo su orgullo mediterráneo, salpicando todas sus vestimentas. Al instante, su rostro empezó a cambiar, pasando de la rabia a la sorpresa y de la sorpresa al placer, limitándose a decir: “Pardiez! lo que hay dentro es como mantequilla, tiene un sabor delicioso y deja un gusto tan blando y tan bueno que es maravilloso»*.

*Esta frase pasará a la historia gracias al testimonio de Martín Fernández de Enciso, en su escrito Suma de Geografía, del mismo año en que todo esto ocurre.

Nuestro querido guiri, que no entendía de gritos ni amenazas, al ver el éxito que tuvieron sus testículos en boca de Colón, le invitó a formar parte de aquella tradicional celebración.

Al ir acercándose, Colón se percató de que en el cartel a la entrada del sarao se leía: «Miss Aguacates». Seguido, dos bellas nativas le regalaron un par de maracaguacates y le indicaron dónde podía canjearlos por piña colada.

Miss Aguacates

Una vez en la barra, mientras esperaba a que le atendieran, notó unas palmaditas en la espalda:

– Hombre! Colón!

– ¿Wikipedia? No jodas, tío!

– ¿Qué haces aquí?

Entonces Colón le explicó a su amigo Wikipedia cómo descubrió América hacía tan solo 27 años, y cómo, por casualidades de la vida, se había topado con los testículos de un guiri nativo, se los había mordido y le había gustado tanto que había decido unirse al festival de testículos que se estaba celebrando. Wikipedia, que conocía a Colón desde la infancia, le pasó el brazo alrededor de los hombros y le susurró:

– Alma de cántaro, en náhuatl, el idioma que hablan estas gentes que tú osas llamar guiris nativos, aguacate quiere decir testículo, por la forma en que dicho fruto cuelga de su árbol, pues tiene una característica que otros frutos no tienen. Las naranjas, limones y manzanas cuelgan simplemente de arriba de la fruta. El aguacate cuelga de un lado aparentando un testículo. Al notar esto, los antiguos mexicanos le pusieron ese nombre, demostrando así el sentido del humor que siempre les ha caracterizado por utilizar el doble sentido de las palabras.

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– No te creo, tío.

– ¿No? Haz click aquí.

Y Colón hizo click ahí. Y nunca más volvió a preguntar a nadie que no fuese su infalible amigo Wikipedia.

Como anécdota, destacamos que Cristóbal terminó ganando el certamen de Miss Aguacates por razones, ejem, obvias. A partir de este momento, El Huevo de Colón se haría mundialmente famoso.